miércoles, 23 de enero de 2013

la parrillada

Cuando tot se comió al bebé
 
Cuando Tot se acercó a la cuna del bebé todos pensamos que lo hacía para reconocer al nuevo miembro de la familia. Andabamos todos liados con el asunto de la parrillada. Es asombroso el poco tiempo que tarda un perro en saciar su instinto voraz. Cuando Tot apareció con el brazo sangrante del bebé entre sus fauces, el pensamiento de la familia cambió. Todos pensaron "perro malo". Mi madre invocando a su dios en alto. Mi padre con el hacha de cortar huesos dirigiéndose hacia el cráneo de Tot. Mi hermana desmayada, en el suelo. Mi cuñado mirando espantado el interior de la cuna. Y yo, como una estatua, con el cabritillo medio descuartizado que nos iba a servir de comida a medio metro, reflexionando sobre el asunto de los perros, sobre que Tot no era consciente de haber hecho nada malo y no se merecía un hachazo en la cabeza. Reflexionando sobre lo miserables que somos los seres humanos, y sobre si al final, asaríamos ese suculento cabritillo.

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