Cuando tot se comió al bebé
Cuando Tot se acercó a la cuna del bebé todos pensamos que lo hacía
para reconocer al nuevo miembro de la familia. Andabamos todos liados
con el asunto de la parrillada. Es asombroso el poco tiempo que tarda un
perro en saciar su instinto voraz. Cuando Tot apareció con el brazo
sangrante del bebé entre sus fauces, el pensamiento de la familia
cambió. Todos pensaron "perro malo". Mi madre invocando a su dios en
alto. Mi padre con el hacha de cortar huesos dirigiéndose hacia el
cráneo de Tot. Mi hermana desmayada, en el suelo. Mi cuñado mirando
espantado el interior de la cuna. Y yo, como una estatua, con el
cabritillo medio descuartizado que nos iba a servir de comida a medio
metro, reflexionando sobre el asunto de los perros, sobre que Tot no era
consciente de haber hecho nada malo y no se merecía un hachazo en la
cabeza. Reflexionando sobre lo miserables que somos los seres humanos, y
sobre si al final, asaríamos ese suculento cabritillo.
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